El lenguaje aparece porque en el mundo suceden cosas y es necesario transcribirlas: eso pensaba entonces. Pensaba: el mundo; pensaba: necesidad; y también: suceden cosas. La palabra, sin embargo, no sólo transmite lo que pasa en nuestro mundo ―cómo se percibe éste― sino que también incide de forma directa en la construcción de la realidad (y esto es mucho más importante, a mi entender, que la mera transcripción).
Lo que define al hombre es el lenguaje. El individuo es un ser dialogante, para con los otros y para consigo mismo. La lengua ―hablar de las cosas y desde ellas― nos hace ser las personas que somos.
Las personas que somos, pensaba entonces.
Y también: hablar con uno mismo.
Acerca de la necesidad de explicar (de explicarme) poco más podría decir que no haya dicho ya. El vuelo subterráneo nació de esa necesidad. Y era lo que yo entendía (en aquella época) por “poesía social”.
Tampoco voy a insistir más en el tema de la “validez” de lo escrito. Sólo dos cosas: La primera: paradójicamente, el cuaderno contiene un epígrafe que podría denotar madurez en quien lo eligió si no fuera porque a veces los epígrafes te asaltan en mitad de la noche y hacen de uno lo que se les antoja: «Massa a prop de la vida visc», del libro “Poemes de l’alquimista”, de Josep Palau i Fabre; una cita que, en efecto, va a su bola; que poco o nada tiene que ver con aquel chaval que intentaba formas poéticas recién abandonada la década de los veinte (de sus veinte años, entiéndase; a finales del año 2001 o principios del siguiente). Y la segunda: Nickolas Butler lo dijo muy bien: «Incluso un reloj parado da la hora correcta dos veces al día».
Os dejo seis piezas de El vuelo subterráneo:

aislantes
He sido incapaz de apreciar
la lluvia de esta mañana:
las gotas que aplastaron su frente
en las ventanas de doble vidrio.
Sucede que estuve ocupado
mordiéndome las uñas, 
invocando los versos que no he escrito,
clavándome los codos en el vientre.
Peor ha sido abrir la nevera
y no sentir el olor de las manzanas.

brújula
Cuando miro atrás para asegurarme
del lendel que dejo
no sé si vuelvo
o estoy.

s.o.s.
Un guardagujas en una vía muerta
se cuenta entre los lugares
más remotos del alma humana.
Suelen tratarse con desdén
las rectas que conforman una curva.

cánones como zahúrdas
No contabas con ser reincidente.
Podrías haber empezado
de cualquier manera;
decir, por ejemplo,
las naves se queman en la noche de autos;
o
fue después de la vida
que rompí los aciales de la forma;
o
tiritan azules los astros a lo lejos. No; eso no.
Pero pudiendo haber escogido cualquier inicio
escribes, sin embargo:
no pensé que me haría un nuevo traje el mismo sastre.

el ilusionista
Encontraste el camino de regreso
a pesar de la nieve que borró tus huellas:
pero el sol ya lame tus nuevas pisadas.

la renuncia
La botella de agua caliente que mi madre envolvía en un trapo para meterla entre mis sábanas y que luego yo, a últimas horas de la madrugada ―el agua ya completamente fría―, apartaba con aprensión hacia el fondo de la cama, eso ―y nada más― es el resumen perfecto de todos los versos que he escrito.

(Seis poemas de El vuelo subterráneo)

Comentarios

Entradas populares